Afuera: ¿Soberanía para la tiranía?

La palabra ‘soberanía’ ha dominado no solamente los últimos discursos de Daniel Ortega y Rosario Murillo, también es cantada con énfasis en la última canción promocional de la campaña presidencial, titulada convenientemente “soberanía”. La canción, interpretada por Los Rústicos del Norte y cantada por María Alfonsina Martínez, es clara al afirmar que la soberanía es tanto la bandera azul y blanco, como la roja y negra. Ambas banderas, no se prestan a ser discutidas por más “injerencias de extranjeros”, ya que, afirma la canción, “nunca va a ser lo mismo, que hable un nica que uno de afuera”. Para estos “de afuera”. Otra vez dice la canción, la soberanía no se discute, solo se defiende, haciendo alusión a Sandino. ¿Pero quiénes son esas personas extranjeras o de afuera?

Aunque la canción hace explícito que son las personas “en los corredores allá de la Casa Blanca”, al mismo tiempo alude al hecho que, si se quiere criticar al gobierno, esto solo se puede hacer afuera – “Que hable miércoles pero afuera”. Leer esta frase, cuando la mayoría de las voces críticas al gobierno están en la cárcel o en el exilio, recuerda el hecho escalofriante de las personas que perdieron la nacionalidad nicaragüense por oponerse al régimen como Kitty Monterrey, y la líder feminista, Ana Quirós. ¿Será esto a lo que se refiere la canción cuando exige que “se quiten la investidura Y verá que poco dura su estancia en esta tierra”?

Del mismo modo, Daniel Ortega, en su discurso del pasado 25 de octubre, en ocasión del “acto de entrega de 250 buses” comprados a la Federación Rusa, utilizó la ocasión para volver a recordar que la “soberanía” es una “palabra potente que llevan los pueblos en su conciencia, en el alma, y la defienden con la vida si es necesario”. También, aprovechando la ocasión de la entrega de los buses rusos, Ortega afirma que tanto en Nicaragua (“país pequeñito”), como en Rusia (“una potencia”), “se impone el imperio (…) incluso con sus aliados europeos”. Al parecer, Ortega se refiere a las sanciones por parte de la Unión Europea y los Estados Unidos a Rusia, sin mencionar que estas se debieron a la intervención armada de Rusia en Georgia (2008) y la anexión forzada de Crimea (2014).

Dichas omisiones, son una nueva instancia de una antigua línea argumentativa que ha venido sosteniendo Ortega y su régimen. En esta línea, Ortega afirma que la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) era un “punto de equilibrio” contra la intervención de los Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Una vez más, Ortega es muy selectivo con sus usos del pasado y con su memoria. Omite el hecho que la URSS también intervino violentamente en países pertenecientes al bloque socialista, como en Hungría (1956) y en la antigua Checoslovaquia (1968, intervención que luego se denominó la “primavera de Praga”). A usanza de los mismos términos que utiliza la “Casa Blanca”, la URSS intervino para mantener la “paz” en aquellos países. 

Es válido preguntarse, entonces, si los pueblos de Hungría, la antigua Checoslovaquia, Georgia o Crimea, también llevaban la palabra soberanía, esa “palabra potente”, “en su conciencia, en el alma”. Dicha cuestión no es ajena a Ortega y no lo ha sido desde el inicio de su gobierno. Una y otra vez, el régimen de Ortega siempre se ha referido a la oposición y las críticas a su gobierno como intervenciones extranjeras. Ha interpretado todo cuestionamiento como una expresión del “imperialismo yanqui” y ha despojado de su nacionalidad a personas opositoras en dos sentidos. Por un lado, los extranjeriza, y los envía “afuera” y por otro los despoja de sus derechos ciudadanos.

Con esto en mente, parece que Ortega, en su definición de soberanía para “paz” y la “lucha contra la pobreza”, se refiere al mismo tiempo a la potestad de poder continuar gobernando en tiranía. Esto es, la potestad de gobernar sin oposición política y sin rendir cuentas en el plano internacional sobre la manutención de la paz y los derechos humanos dentro de Nicaragua. Su concepción de soberanía, pues, es enviar a todo aquél o aquella que hable de Nicaragua en términos distintos a su discurso, “afuera, afuera, afuera…”.