Han pasado casi dos años desde que se declaró pandemia al covid-19 y las regulaciones para protegerse del virus cambian constantemente, sobre todo cuando aparecen nuevas variantes, como es el caso de Ómicron, que ha demostrado ser altamente contagiosa. Aunque los cuidados generales –como uso de mascarillas, distanciamiento físico y lavado constante de manos– se mantienen, específicamente con los cubrebocas las recomendaciones han variado con el tiempo
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las mascarillas –también llamadas cubrebocas, tapabocas y barbijos en algunos países– deben utilizarse como parte de una estrategia integral de medidas para disminuir la transmisión y salvar vidas, ya que el solo uso “no significa que pueda tener un contacto directo con otras personas”. Es decir, que mientras use su cubrebocas debe mantener el distanciamiento físico de respecto a otras personas y seguir las demás recomendaciones.
La OMS recomienda varios tipos de mascarillas: no médicas reutilizables que cumplan las normas de eficiencia de filtración y transpirabilidad; mascarillas médicas desechables; y otros tipos de mascarillas no médicas que se ajusten bien, como las mascarillas caseras de varias capas. Estas últimas “son una opción aceptable cuando no se disponga de otras opciones”, señala el organismo. En todos los casos, los niveles de protección varían según cada tipo.
Los Centros Para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) establecieron una serie de lineamientos sobre el uso de tapabocas, pero aclaran que “usar cualquier mascarilla es mejor que no usar ninguna”.
Mascarillas de tela. También llamadas mascarillas no médicas, estas deben cumplir ciertos estándares para considerarse efectivas y, si se compran, deben estar etiquetadas que cumplen con los requisitos de filtración de aire, cubrir bien la boca y nariz y ajustarse al rostro de la persona. La OMS señala que se pueden hacer en casa siempre y cuando tengan tres capas: una interna de material absorbente, como el algodón; una intermedia de material no absorbente y que no esté tejido, como el polipropileno; y una exterior de material no absorbente, como el poliéster o una mezcla que contenga poliéster.
Para probar si una mascarilla de tela es eficiente, los CDC recomiendan colocarla frente a una fuente de luz. Si se observa que bloquea la luz, está bien fabricada. Estas no deben tener válvulas de respiración o ventilación u otras aberturas y no deben tener una sola capa de tela. Al ser de tela, estas mascarillas se deben lavar como mínimo una vez al día cuando se utilicen, recomienda la OMS, con jabón o detergente, y preferiblemente en agua caliente. “Si no es posible lavar las mascarillas en agua caliente, lávelas con jabón o detergente y agua a temperatura ambiente, y luego hiérvalas en agua durante 1 minuto”, señala la OMS en sus lineamientos.
Estos cubrebocas son los que ofrecen menor protección y están más recomendados para usar sobre una mascarilla quirúrgica para presionarla y ajustarla más al rostro.
Mascarillas médicas o quirúrgicas. Deben estar compuestas por tres capas de material sintético no tejido. Estas son las más comunes y, aunque al principio estaban recomendadas para el personal médico, estas pueden ser usadas por toda la población, siempre y cuando tengan un buen ajuste en la nariz, la boca y el mentón para evitar fugas. Debe cambiarse una vez se ensucia o humedezca.
Las autoridades piden tomar en cuenta que la parte interior (o interna) de estas mascarillas suele ser la parte blanca y recuerdan no tocar la parte delantera para evitar que se contamine. Si lo hace accidentalmente, hay que lavarse las manos. Esto es aplicable para todo los tipos de cubrebocas.
El nivel de protección de las mascarillas quirúrgicas es más alto que el brindan las de tela y aumenta si se combinan, es decir si sobre una quirúrgica se coloca una de tela (anteriormente explicado) para ajustarla más al rostro.
Mascarillas de respiración. Son las de tipo N95 y KN95 y, por definición, son las que ofrecen mayor protección al bloquear el 95 por ciento de las partículas virales, sin embargo si no se ajustan bien al rostro no protegen efectivamente. Estas tienen marcas impresas en el producto para indicar su autenticidad, ya que en el mercado se han reportado un alto grado de falsificaciones.
Para la OMS y otras autoridades internacionales, estas mascarillas están concebidas para las y los trabajadores de la salud que atienden a pacientes confirmados o sospechosos de covid. Sin embargo, su uso se ha vuelto más común a medida que la producción se ha elevado. Y es que al inicio de la pandemia los precios subieron considerablemente, costando incluso más de 10 dólares por unidad en el caso de Nicaragua.
Aunque estos cubrebocas son los que ofrecen más protección, los CDC recomiendan adherirlos herméticamente al rostro para garantizar su efectividad. “Los huecos pueden permitir que entre y salga aire con gotitas respiratorias alrededor de los bordes de la mascarilla”. Estas no deben usarse en combinación con otro tipo de mascarillas.
Al ser más costosas, son más difíciles de adquirir, por lo que se ha recomendado su reutilización. ¿Cómo se hace? Los CDC piden guardarlas en una bolsa de papel durante unos días, ya que el SARS-CoV-2, el virus que causa el covid, tiene un tiempo de supervivencia esperado de 72 horas. Es aún mejor si estas se exponen a la luz solar, ya que hacerlo puede ayudar a acelerar el proceso de inactivación del virus. Para mayor seguridad, se pueden esperar de 5 a 7 días para volver a usarla, según detalla una guía elaborada por The New York Times. El uso puede ser de hasta cinco veces.
Lo que no se debe hacer con este tipo de mascarillas es lavarlas con agua y jabón o tratar de desinfectarlas con alcohol, ya que esto afectaría los materiales.
Este explicador se realizó en colaboración con el Observatorio Ciudadano Covid-19
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