Este mes de julio el euro y el dólar se cotizaron en la misma tasa de cambio, es decir que un euro equivalía a un dólar. Esto no pasaba desde 2002 y acrecentó los temores de una recesión en el continente europeo que actualmente enfrenta una crisis energética luego de la guerra que sostienen Ucrania y Rusia tras la invasión de este último.
El euro es la moneda unificada en 19 países de la Unión Europea: Austria, Bélgica, Chipre, Estonia, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Portugal, Eslovaquia, Eslovenia y España. Se empezó a utilizar en 1999 y, de acuerdo con el Banco Central Europeo, más de 340 millones de europeos utilizan esta moneda.
Hasta antes de julio, el euro –la segunda moneda de reserva más grande del mundo después del dólar estadounidense– ha mantenido un valor más alto que el dólar pero este año ha perdido más de 11 por ciento de su valor. Como sucede con las divisas del mundo, el euro se mueve por acciones, bonos o cualquier otro activo. Inversores pueden comprarlas directamente cuando creen que aumentarán de valor y venderlas cuando creen que disminuirán.
A raíz de esta paridad surge la interrogante de quién gana y quién pierde. Lo primero es comprender que con la depreciación del euro se necesitan más de estos para comprar los productos en dólares. Por otro lado, quienes hagan transacciones o compras en euros pagarán menos dólares por estas.
Por ejemplo, un sector ampliamente beneficiado con esta devaluación son los turistas estadounidenses en Europa ya que con la paridad su poder adquisitivo aumentará. Los turistas que viajen al continente europeo con dólares podrán consumir más por la misma cantidad.
De hecho eso fue lo que pasó. El día que el euro se compraba por un dólar, turistas norteamericanos abarrotaron las tiendas de grandes urbes como París y Roma.
Otro sector beneficiado serán los compradores en línea en los sitios que aceptan el euro como moneda. Esencialmente las compras serán más baratas si se realiza el pago con dólares. También se podrían reducir los precios de los productos importados de Europa.
Aunque el euro ha ido en recuperación respecto a su valor frente al dólar estadounidense, a medida que la crisis energética continúe, el valor de la moneda europea podría desplomarse, lo que haría que los inversores pierdan la confianza en él, generando un desafío a más largo plazo para la estabilidad económica de la Unión Europea.
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