Los nicaragüenses le quitan las plazas laborales a los ticos y otros mitos relacionados a la migración

A raíz de la crisis en Nicaragua iniciada en abril 2018, miles de nicaragüenses han migrado a diversos países buscando protección o para mejorar sus condiciones de vida ante la precariedad de la economía en el país. Más de 110 mil han solicitado refugio, la mayoría en Costa Rica, según cifras de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Esta migración masiva ha generado brotes de xenofobia, específicamente en Costa Rica, donde incluso en agosto de 2018 un grupo de personas realizó una marcha para exigir la expulsión de nicaragüenses de ese país, gritando consignas como “fuera nicas”.

A pesar que la migración de nicaragüenses al país vecino es histórica, la ola que se registró a partir de 2018 trajo consigo el incremento de mitos acerca de la población nicaragüense migrante en Costa Rica estos son algunos de ellos.

1. Los nicaragüenses en Costa Rica tienen un índice de escolaridad bajo.

Es un mito que los migrantes nicaragüenses en Costa Rica tienen un nivel bajo de escolaridad, especialmente con la nueva oleada que inició en 2018. Una encuesta realizada en 2019 por la Fundación Arias Para La Paz y el Progreso Humano reflejó que el 53 % de la población exiliada es profesional. 

“En cuanto a la escolaridad, el 53 % cuenta con nivel académico universitario, el 29 % sonestudiantes de secundaria, el 11 % son técnicos medios y superiores, y el 7 % son de nivel

primario”, según los datos del estudio. Además agregó que este dato, “para Costa Rica, representa una nueva fuerza laboral de alto nivel; sin embargo, en este momento, esa fuerza laboral de calidad se encuentra desaprovechada”.

Un diagnóstico realizado por la Fundación para la Promoción y el Desarrollo Municipal Popol Na y la Articulación de Movimientos Sociales y Organizaciones de la Sociedad Civil de 2020, que tomó en cuenta estudios realizados por la Organización Internacional para la Migración (OIM), la Fundación Arias y otras agencias internacionales, afirmó que “antes del 2018 la migración era basada en necesidades económicas, hombres con baja escolaridad y bajo nivel de participación política. En cambio, desde abril del 2018 las personas migrantes tienen un nivel de manejo político mayor, al igual que una más alta escolaridad formal”.

2. La mayoría de los hechos delictivos son cometidos por nicaragüenses.

El anuario estadístico del Sistema Penitenciario Costarricense de 2020 demostró que del total de la población privada de libertad en ese país, el 85 % son costarricenses y el 15 % son extranjeros. Del total de este 15 por ciento, los nicaragüenses ocuparon el primer puesto con 72.3 %

Para agosto de 2018, el 86 % de la población penal de Costa Rica eran nacionales de ese país y el 14 % eran ciudadanos extranjeros, según datos del Ministerio de Justicia y Paz. La información de las autoridades costarricenses indica que la cifra de extranjeros presos en ese país ha sido una constante desde el año 2015.

3. Los migrantes nicaragüenses tienen más facilidades de acceso a salud que los propios costarricenses.

Acceder a los servicios de salud de la Caja Costarricense del Seguro Social en Costa Rica (CCSS), si no se cuenta con un seguro, es muy difícil, a pesar de que se han abierto rutas para un acceso más equitativo a partir de la ola migratoria de 2018.

El estudio ¿Cobertura universal? Las barreras en el acceso a la salud para la población refugiada nicaragüense en Costa Rica, publicado en 2020 en una revista académica de la Universidad de Costa Rica (UCR), concluyó que a pesar de la tradición solidaria y de aspiración a una cobertura universal que en materia de salud ha tenido ese país, “existe una gran cantidad de barreras institucionales que impiden a la población migrante acceder a los servicios”.

Menciona, por ejemplo, que los obstáculos van desde la desinformación de los funcionarios,  cambios  frecuentes  en  las  normativas,  poca  precisión  en su redacción y trámites engorrosos para completar los procesos de acceso a “niveles importantes de xenofobia institucionalizada”.

4. Los nicaragüenses le quitan las plazas laborales a los ticos.

Este es un mito que se repite en los diversos países donde hay grandes cantidades de poblaciones migrantes; y no hay un solo estudio que soporte esta teoría. Al contrario, diversos organismos han informado sobre el aporte que realizan las personas migrantes a las economías de los países donde llegan.

En Costa Rica, en 2019 según datos de migración y extranjería, del total de nicaragüenses solicitantes de refugio, solo el 30 % contaba con un carnet y el 25 % con permiso laboral, por lo que se les dificulta acceder a empleos formales y terminan con puestos precarizados e informales. Un estudio de 2018 realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) concluyó que “el ingreso de los trabajadores originarios de Nicaragua equivale al 60 % de los salarios que ganan los trabajadores autóctonos”. Es decir que los nicas en Costa Rica ganan menos que los nacionales y la diferencia se acentúa más en el caso de las mujeres.