Algo que se repite constantemente para descalificar el feminismo, es que este es igual o equiparable al machismo, pero a la inversa, buscando dominar o desaparecer a los hombres. Esto carece de fundamento, dado que el feminismo es un movimiento social y una teoría social, política, económica que visibiliza y lucha en contra del dominio masculino sobre las mujeres y aquellos sujetos que históricamente han sido invisibilizados.
Es decir, no es un movimiento en contra de los hombres ni al cual los hombres deberían temer o sentirse amenazados, si sus actitudes machistas no amenazan la vida de las mujeres. El feminismo es una teoría que permite conocer cómo a lo largo de la historia se fueron construyendo y afianzando estas jerarquías; pero también cómo las mujeres han resistido y se han rebelado frente a la opresión.
El machismo, por su lado, es lo contrario del feminismo y constituye una práctica que sostiene y justifica la superioridad, control y violencia de los hombres sobre la vida y cuerpo de las mujeres, pero también hacia otros hombres que no encajan en el marco de “macho”.
Generalmente el reducir el feminismo a un movimiento igual al machismo pretende simplificar cualquier debate que cuestione el machismo. Pero la realidad es que el feminismo nunca será equiparable al machismo, dado que el primero no cuenta con un sistema cultural, económico, social y político que, a través de hábitos, estructuras y actitudes reproduzca el mismo sistema.
Por ejemplo, el machismo se sostiene gracias a otros sistemas que le refuerzan y se alimenta de muchas formas, como relatos patriarcales construidos por religiones milenarias; tradiciones que se reproducen a través de las canciones, de los cuentos, de las telenovelas; de sistemas económicos que se basan en la explotación del trabajo de las mujeres, normalizando que reciban menos salarios por las mismas actividades; de una educación formal que silencia el aporte de las mujeres en todos los campos del saber; de los sesgos de la ciencia que patologiza los cuerpos de las mujeres.
Otro argumento que se esgrime con mucha frecuencia es que las feministas odian a los hombres o bien los quieren dominar. Es decir, un machismo pero al revés. Esto denota no solo el temor que tienen muchos hombres a las mujeres que cuestionan las desigualdades, sino un profundo desconocimiento de lo que en realidad es el feminismo.
El feminismo o los feminismos nacen precisamente de la indignación de las mujeres frente a tantas injusticias cometidas en contra de las mujeres, es una crítica al ejercicio de un tipo de poder que reproduce jerarquías y desigualdades con base a la diferencia sexual. El feminismo es una apuesta por la construcción de nuevas relaciones entre hombres y mujeres basadas en el respeto a las diferencias, en la libertad y en la justicia y la no violencia.
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